Limbo
Evocando a Javier Heraud
Si fuera un día gris como el de hoy,
gris por la mañana y por la secuela de las
cosas,
secuencias de hechos y de recuerdos
ingratos,
gris por la falta de calor en las
mañanas,
gris por la soledad de la palabra no
habida... no hallada.
Si fuera un día gris como el de hoy,
Yo si tengo miedo de morir Javier,
tengo miedo de las cosas
y de la gente que no me rodea,
tengo miedo de la estancia con un sillón vacío,
que ha depositado en lo mullido,
los cuerpos cansados que han hecho
historia de pasajeros;
perdóname Javier,
pero esos pasajeros se han marchado
y han dejado su calor depositado
en los tiempos que no se recuperan.
Más si fuera un día de tibia primavera,
no tendría miedo de morir,
morir entre los brazos de una tarde
clara,
clara como el rostro de la palidez de
una muerte temprana,
aquella que avisa antes de toda hora;
no tengo miedo de morir Javier,
porque al morir entre rostros afables de
paz cercana,
no me da miedo la muerte.
Voy a morir entre los cantos que nunca
canté en público,
entre las páginas que nunca desnudaron
sus ideas íntimas,
en la playa que me cobijara
confundiendo mis cenizas con la arenisca,
voy a morir desdeñandole a la vida sus
pasadas horas,
pasadas de todo tiempo, pasadas de toda
historia;
porque mi historia se ha escrito en el
camino
y porque los sueños se han perdido de
memorias.
No tengo miedo de morir
si en mi muerte voy a hacerlo con agrado
de cosas nuevas,
y de la nueva existencia,
porque he de irme sin marcharme...
porque mis pasos se han quedado y han
echado raíces,
en el llano,
en la vera...
en el tiempo,
que no espera... que no espera...
Javier,
por eso, no tengo miedo de morir,
si con mi muerte he de partir,
pero nunca he de alejarme.
Mito,
17 de Noviembre de 1,995.
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